Nutrición
La leche: Un ingrediente con gran versatilidad en la cocina

La leche es un ingrediente con el que elaborar multitud de platos tanto dulces como salados. Se trata de un ingrediente básico en la cocina tradicional, cuyas posibilidades van más allá del típico vaso de leche.
Dada su versatilidad, la leche se puede consumir en cualquier momento del día, sola, acompañada o como parte de diversas preparaciones en la cocina. Así, constituye un producto fundamental en el desayuno, en forma de café o consumida junto con frutas o cereales. Además, constituye un ingrediente básico en el tradicional té británico, consumiéndose con leche para así conseguir un sabor y aroma más intensos.
¿Qué usos podemos dar a la leche en la cocina?
En la cocina, generalmente la leche se encuentra formando parte de cremas dulces, salsas para carnes o pescados, masas, y como componente imprescindible en los postres. También se emplean derivados lácteos, así, se emplea la nata para ligar salsas, el queso como componente de ensaladas o la mantequilla y los yogures en repostería. ¡Sus posibilidades son tantas que lo extraño es no encontrarla en algún plato!
Muchas de las salsas de la cocina internacional tienen en común la leche como ingrediente base, desde la clásica bechamel a la velouté, que se emplea para pescados. También podemos adaptar recetas de salsas tradicionales incluyendo leche entre sus ingredientes para hacerlas más suaves, por ejemplo, la mayonesa de leche, la salsa tártara o la salsa carbonara. Por supuesto, resulta fundamental en repostería, formando parte del clásico arroz con leche, la leche frita, el flan o las natillas. Sin olvidarnos de los mousses, helados y batidos.
Asimismo, la cremosidad propia de lácteos como la leche nos permite optimizar la textura de recetas como cremas y purés de verduras, haciéndolas más suaves y agradables en boca. En este sentido, serán un gran aliado a la hora de incluir vegetales y lácteos en la alimentación de ciertos grupos de población como la etapa infantil y la tercera edad, consiguiendo así una mejor aceptación para los primeros y facilitar la deglución para los segundos.
Y, ¿los derivados lácteos?
En la industria, la leche se emplea para la elaboración de multitud de derivados lácteos, como natas, mantequillas, quesos o yogures.
Por otro lado, cabe mencionar que en ciertas zonas la leche se emplea para la elaboración de fermentados lácteos como el kéfir o skyr, producto lácteo típico de Islandia y similar al queso.
Hoy en día, el kéfir ocupa un lugar destacado en la estantería de los supermercados. Se trata de una bebida fermentada por acción de bacterias que, a diferencia del yogur, producen una fermentación lacto-alcohólica, es decir, posee un 1 % de alcohol. Así, se consigue su característico sabor agrio debido a la presencia de caseína.
En definitiva, la leche es un alimento a incluir dentro de una alimentación variada y equilibrada, de la que podemos disfrutar no solo en crudo sino también como componente de una gran variedad de recetas.